domingo, 12 de febrero de 2012

El vaivén de las emociones



Para esta nueva entrada tenía pensado escribir sobre un tema completamente distinto, pero al fin y al cabo, la vida es algo imprevisible y hoy me siento en la necesidad de escribir acerca algo que resulta inherente en el ser humano, las emociones.

La Real Academia Española de la Lengua define la palabra emoción de la siguiente manera:
"Alteración del ánimo intensa y pasajera, agradable o penosa, que va acompañada de cierta conmoción somática"
Obviamente, esta definición es claramente correcta, pero quizás pecando de sentimental, debo reconocer que me resulta demasiado fría y racional para describir este tipo de sensaciones. Y es que, contradictoriamente, sentir es eso, un hecho básicamente irracional.

Al contrario, que en la física o en un partido de fútbol, en los sentimientos no existen teorías ni reglas. Nadie puede mandar en las emociones, en ocasiones, ni siquiera nosotros mismos somos capaces de hacerlo. Podemos prometernos evitar querer u odiar a alguien, pero será realmente nuestro corazón quién lleve la batuta a la hora de decidir que debemos sentir.

Cada uno tenemos una manera de expresarlo o de esconderlo, pero en el fondo, todos somos esclavos de lo que sentimos obteniendo como resultado de ello, la personalidad y las decisiones de cada uno de nosotros.

Miedo, alegría o tristeza son algunas de las muchas de emociones que vivimos cada día; y aquí es donde reside el verdadero reto, en saber qué hacer con ellas día a día, buscar ese límite en el que debemos de controlarlas o simplemente dejarnos llevar. Los expertos denominan este hecho inteligencia emocional, aunque desde mi punto de vista es simplemente el resultado del uso del sentido común.

Saber qué hacer o que decisión tomar en cada momento para evitar hacer daño a aquéllos que nos resultan importantes en nuestra vida, y, por supuesto, para esquivar nuestro propio dolor; pero siendo también honestos y consecuentes con las señales que notamos fruto de los hechos de la vida y tener el valor para transmitirlo, ése es el verdadero tira y afloja de las emociones.

Pero, ¿qué hay de esa felicidad que también nos aportan algunos sentimientos? Sentir es también vivir, es disfrutar de momentos mágicos que ni los maestros de la palabra a veces pueden describir, es estremecerse con una mirada o con un simple gesto, y como no, soñar con nuevos retos e ilusiones.

Al fin y al cabo, las emociones, para bien o para mal, conforman uno de esos factores imprevisibles de la vida. Por ello nunca olvidéis la siguiente frase del físico y matemático Blaise Pascal:
                        "El corazón tiene razones, que la razón ignora"

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