Hay días nublados, con grandes tempestades, en los que las olas te sobrepasan y en los que crees que a veces es mejor hundirte, porque aunque logres salir a flote piensas que volverás a tocar fondo ya que ni tan siquiera sabes que rumbo seguir.
Otros días son soleados, en calma, en los que nadar y vivir la vida es algo fácil y agradable, a menudo son esos días los que todos recordamos, esos días en los que te diviertes jugando con alguien en el mar, en los que todo es agradable y solo piensas en volver al agua.
Muchas veces tenemos miedo de ese primer contacto con el agua, del miedo a que puede pasar, pero otras sin embargo decidimos lanzarnos de cabeza sin pensar en nada más allá de ese momento.
Todo en la vida y en el mar puede cambiar muy deprisa, pero... ¡que aburrido sería todo si siempre fuese perfecto!
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